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UN AÑO MENOS QUE CELEBRAR



El próximo 12 de Febrero el equipo de amores y odios cumple un año más de existencia. Ya sobran los calificativos que describen la pasión y la frustración que produce la institución que pertenece a una ciudad que tiene casi todo lo que necesita un equipo de fútbol para emerger como una potencia en el país, sin embargo el equipo es tal vez el vacío más grande para los habitantes de esta zona cafetera.

Simpatizantes o no del Deportivo Pereira, ya no se encuentra una sola persona que no anhele que el equipo regrese a primera división. El pereirano de a pie, que no ha tenido nunca un sentimiento especial por el fútbol  local pero que le aburre escuchar siempre las malas noticias que incluyen el nombre de su ciudad, aunque cada vez escasean más quienes se interesan y la indiferencia se va regando por las calles, aun quedan quienes cada fin de año están pendientes de la noticia que depara el torneo que jugará el Deportivo Pereira durante los próximos doce meses.

El seguidor de otros equipos del país, que en algún momento entraba en disputa con hinchas del Pereira y se cargaban con afán de minimizar al otro, ahora sólo espera que algún día ese equipo que sigue por transmisiones de televisión cada fin de semana pueda volver al estadio de su ciudad y al menos una vez al año pueda disfrutar viéndolo desde la tribuna, pues tras casi diez años probablemente nunca volvió a sentir el furor de un estadio.

Ni hablar de quien es o fue hincha del equipo en algún momento. Viviendo de recuerdos cuando en el viejo Hernán los rivales eran de peso, habían hinchas visitantes y la trascendencia de los partidos daba para aspiraciones de pelear con los "grandes" de Colombia, cuando se viajaba a ciudades con estadios de primer nivel a apoyar al Matecaña,  y no barrios de municipios secundarios donde se ocupa la única tribuna habilitada para jugar contra un equipo que acaba de cambiar de nombre.

De tantas frustraciones, los únicos que quedan son los que en su ADN nacieron con un nivel extra de amor por el sufrimiento y capacidad para soportar cada uno de los fracasos que han golpeado todos estos años. Un sentimiento que en otro sitio estaría en vía de extinción, se aferra de alguna manera a quienes continúan con alguna esperanza de que ocurra lo que la ciudad merece; jugadores, directivos, prensa, todos han sido señalados como culpables y el resultado sigue siendo el mismo, una ciudad futbolera, comercial, con un crecimiento en todos los sectores, pero con un vacío deportivo y un desgaste de un sufrimiento que no se sabe cuando va a acabar.

Sebastian Arias.

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